Como el agua de mareas que nos mese entre sus brazos, las mismas se convierten en tsunami cuando los sentimientos las mueven.
Como viento suave que nos corre por cada parte de nuestros cuerpos, así mismo tornado que arremete y desbasta con todo a su paso.
Como la tierra fértil en su vientre y de gran sensibilidad, lo que de ella sale a ella regresa.
Como el fuego el cual es capaz que configura hasta el metal más rígido, así mismo nos marca como nadie más y este mismo en ellas nos presta el calor que necesitados en las noches invernales.
Juan Urdaneta
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