miércoles, 20 de junio de 2012

La inminente caída de un coloso


Crecí como todo niño de la Venezuela del final del siglo XIX, entre el asombro por el eclipse del 26 de febrero de 1998, la fascinación por el mundo de la televisión y los regaños de mi madre. 

A través del tiempo y debido a la demanda intelectual que mis educadores de la época exigían, me convertí en un asiduo visitante de la biblioteca de mi casa de estudio para en ese entonces, recorrí viajes interminables por la literatura de este país y  muchos otros, desde el principito pasando por Don quijote hasta nuestra Doña Barbará.

Un día me tope con cierto libro, supe que un coronel se quedo sin quien le escribiera, luego escuche que se anunciaba la crónica de una muerte, pasaron 100 años de soledad para terminar de recolectar las memorias de sus putas tristes.

La vida de este personaje marca hito y pauta en el mundo, no solo por tener en su haber más de 60 obras literarias, ni por poseer un  premio nobel de literatura, sino por ser sin lugar a dudas el mejor de su clase un conspirador  de la paz, el “Coloso” de la literatura latinoamericana.

Hoy la pluma de unos de sus colegas colombianos el escritor Oscar Collazos nos hace saber que Gabo como así fue bautizado Gabriel José de la concordia García Márquez por Eduardo Borda sub-director del diario El Espectador, hoy ya su mano no empuña una pluma y aquel que fue un día uno de los mejores oradores ya hasta el hablar a perdido, hoy nuestro Gabo se ha transformado en uno de sus propios personajes, hoy Gabo sufre la  peste del olvido.

La luz se le hace de inmediato en su memoria a Melquiades y Macondo vuelve a la vigilia y a la lucidez, a “la reconquista de los recuerdos” y al “Deslumbre resplandor de alegría”. Collazos escribe con tristeza.

Ahora él es eso: un ángel de la guarda de sí mismo, sometido al mutismo del tiempo desmedido pero conduciendo un tren de vastos recuerdos. Gabo no escribe mas, no habla más convertido en uno de sus personajes, el creador de la mitología latinoamericana es prisionero de la maldición del olvido.

“La vida de uno no es lo que sucedió, sino lo que recuerdas y como lo recuerdas”

Juan Urdaneta p.q